Son las 6 de la tarde y tal parece que hay un juego de complicidad en la reserva.
La neblina es un poco densa y los cedros hacen fiesta jugando libremente con los pocos robles que habitan en lo prohibido de esas montañas.
Todo parece tranquilo.
Lola se encamina apresurada como cada tarde hacia esas partes boscosas que terminan en la mirada profunda del gran cañón.
La gran fiesta esta a punto de comenzar. Lola saca uno de sus cigarrillos y empieza a fumar.